jueves, 25 de febrero de 2010

EN RUINAS

Al principio sólo era una grieta. No le di importancia. De vez en cuando me observaba con atención, acechante. Con el tiempo surgió una bifurcación y se convirtió en un animal bicéfalo, rabioso y hambriento de espacio. Cuando quise darme cuenta ya no podía detener la cascada. Cientos de fragmentos irregulares se golpeaban unos a otros y volvían a quebrarse antes de llegar al suelo. De momento, siguen ahí. Cuando les da el sol, brillan iridiscentes. Son mis pedazos y están de saldo.