sábado, 30 de abril de 2011

INTERIOR

Con un cúter voy abriendo con cuidado de no romper el interior. Nunca hubiera imaginado que se despegase tan fácilmente. Con todo, lo hago tan lentamente que puedo observar cómo los hilos de adhesivo adelgazan paulatinamente, hasta que se rompen y salen disparados, cada uno por su lado.
El envoltorio va cayendo como un sauce llorón y se deposita en el suelo con cadencia de guirnalda.
Deshacerme de mi cuerpo no me cuesta ni una lágrima.

jueves, 28 de abril de 2011

CONJUGACIÓN

Me he comprado un Subjuntivo. Hasta ayer conducía un Condicional, pero con un motor de síes en uve que consumía una barbaridad. Así no había manera de llegar nunca a ningún lado. Si giro a la derecha, si giro a la izquierda, si adelanto a un camión... Todo eran pegas.
Pero mi Subjuntivo es otra cosa. Con el depósito lleno de Ojalás y Talveces cada viaje es una aventura. Y de cuando en cuando, si veo algún Indicativo haciendo autoestop en la cuneta, lo invito a montar.
A veces, cuando se despiden, me dejan uno o dos Presentes y siento que no fuera a morir nunca.

FÍSICA I

Si un punto y final no fuese un agujero negro.
Si cada palabra no atenuara la luz que le quema los ojos. Si los dedos no le respondieran y los pensamientos fuesen tan eléctricos que quemasen las teclas del ordenador. Si el ordenador no despertara con un bostezo antes de haber mordisqueado las dos onzas de chocolate medio derretidas. Si la dosis de cacao desapareciera del frigorífico que abre con los pies descalzos. Si no se quitara las botas sin usar las manos porque todavía sujeta el móvil y las llaves. Si no se equivocara siempre de llave por su mala cabeza.
Si su cabeza no fuera a a fundirse como un fusible.

jueves, 14 de abril de 2011

ESCAPARATE

Después de cuatro años se había acostumbrado a ese hablar tortuoso, como si las palabras le atorasen los conductos vocales. Pero hasta aquel viernes no se percató de que tomaban cuerpo y salían expulsadas entre flemas blancas. Primero fue un dedo, luego otro, una boca entreabierta y un pecho con un pezón erecto. Caían contra el asfalto caliente y dejaban un olor a plástico quemado que se le iba pegando a la piel hasta convertirla en maniquí de segundas rebajas.