domingo, 22 de enero de 2012

INTRUSO

Sería porque rozaban las tres de la mañana. Acaso también porque me había tomado dos copas que, al salir del bar y por encantamiento, se habían transformado en envolventes capas contra el frío que emergía de la acera nevada y que casi podía verse. Sería por ese dulce entumecimiento, que no me percaté de que me seguías hasta casa. Ya en el portal,  tampoco me aseguré de echar la vista atrás, como hago siempre, para comprobar que ningún intruso se cuela aprovechando las entradas y salidas de los vecinos. Tampoco eché el cerrojo, ni comprobé que no me hubiera dejado las llaves puestas, de modo que no puedo asegurar que cerrara bien la puerta. Al abrir el frigorífico, un primer escalofrío diluyó la euforia del alcohol en una gran cubitera de recuerdos febriles. Alarmada, revisé puertas y ventanas y subí la temperatura de mi apartamento. Me acurruqué en el sofá y repasé cada uno de mis pasos de aquella noche. Un segundo escalofrío confirmó mis sospechas. Consciente del peligro e íntimamente resignada a mi suerte, me acosté y apagué la luz. Como una fotógrafa en un cuarto oscuro, la indeseada presencia se revelaba con progresiva nitidez con cada una de mis exhalaciones, cada vez más apocadas y débiles. Me rendí y dejé caer los párpados sobre los ojos rojos y húmedos.

La mañana siguiente, a una llamada del 061, el médico de urgencias llegaba a mi casa y  me recetaba un jarabe y dos cajas de comprimidos para el maldito catarro.

domingo, 8 de enero de 2012

BREVES SEMBLANZAS DE AUTORES OLVIDADOS (VII): EL MAIKEL

Para comprender el origen de las ideas del apenas intuido ensayista, debemos remontarnos a sus tiempos de estudiante de Educación General Básica, cuando surge el primer pronunciamiento en contra de la riqueza del lenguaje motivado por una severa corrección de su profesor de Lengua Española. Su "A mí la RAE me la trae floja" causó un revuelo considerable entre pupilos y cuerpo docente y figura en el anuario escolar como ejemplo de reflexión inapropiada para un discípulo de tan respetable centro educativo. Nadie imaginó siquiera que esta subversiva y espontánea afirmación con deje chulesco se convertiría en cemento fresco donde levantar el sobrio edificio de la Nueva Lengua Española.

No más de catorce años de Estudios Económicos fueron base teórica suficiente para publicar un bílogo (El Maikel rechazaba los excesos del decálogo) actualmente descatalogado y que reproducimos a continuación:
1. Pa qué tantas palabras que no s'entienden.
2. Lo que no s'entienda con palabras, a hostias.

Hizo falta una recesión  para que las ideas de El Maikel fueran recibidas con alegría por el gobierno de entonces que, al igual que sacrificios económicos, pidió a los ciudadanos sacrificios lingüísticos.
- Hacemos un llamamiento a la responsabilidad. No estamos para fiestas. Abogar por la riqueza del lenguaje es  para tiempos de bonanza.
(El portavoz fue cesado ipso facto por utilizar las palabras riqueza y bonanza.)

En los círculos lingüísticos se inició un debate de temperatura media entre los que pensaban que era una idea peregrina y los que la abrazaron tímidamente. Ambos, sin embargo, aceptaron que no contradecía la teoría de la economía del lenguaje y que, adhiriéndose lealmente a la tendencia del ahorro, no tenían nada más que decir.

Los graves disturbios provocados por seguidores radicales de las ideas de El Maikel, sobre todo del punto dos del decálogo, llevaron a las autoridades, a su pesar, a permitir ciertas alegrías de vocabulario, sobre todo en festivo. Sin embargo, los sucesivos gobiernos no abandonaron este ejemplo de austeridad a pesar de que provocaba la mala leche de los ciudadanos, cuya furia fue frenada alimentando al pueblo hambriento, de vez en cuando, con nutritivos versos de Garcilaso.