martes, 1 de enero de 2013

CASAS

Cuando compras una conciencia nueva te cambia la vida.

Yo adquirí una recientemente: 120m2, cuatro habitaciones (a estas alturas cada remordimiento requiere su espacio), exterior a otras conciencias, luminosa y bien amueblada. Dispone asimismo de dos cuartos de baño con bañera para desintegrar cadáveres. Escogí un octavo con ascensor; reconocerán que subir escaleras a la conciencia da mucha pereza. 

Una conciencia no es para vivir de continuo, así que sólo me acerco de vez en cuando para airear las habitaciones cerradas y para comprobar que no me olvidé a nadie en el último desayuno.