sábado, 16 de agosto de 2014

Breve semblanza de autores olvidados IX: Urbano del Campo.

Decían los padres de Urbano del Campo que no se explicaban de dónde le venía su espíritu de contradicción, que cultivó desde su más tierna infancia y lo condujo irremediablemente a una exacerbada obsesión por el oxímoron ("quero un helado calente" y otras construcciones precozmente poéticas).

No obstante, no es hasta el descubrimiento del tópico del beatus ille en un libro de Literatura de 3º de ESO, que le enfrenta por primera vez con su propia naturaleza paradójica hormonada, cuando se descubre incapaz de escoger entre "descansada vida" y "mundanal ruido" sin experimentar síntomas de un trastorno de identidad disociativo (lo cual le valió el apodo de Hulk entre sus compañeros, aterrados y excitadas respectivamente).

Siguiendo el consejo del departamento de Orientación, Urbano del Campo comenzó a escribir poemas de corte hipster, reuniendo muy pronto en torno a su figura a un público que no era tanto que comprendiese y valorase su obra, como que se felicitaba de que el noventa y cinco por ciento de la población restante no lo hiciera.

Urbano del Campo vive actualmente a caballo entre Madrid y Cercedilla, que no es que me guste ni me deje de gustar, pero allí por lo menos hace fresco.