sábado, 26 de septiembre de 2009

RELATIVIDAD

No recibe noticias. Jamás lo invitan a cenar, ni quedan con él para ir al cine. Su teléfono no suena y hace tiempo que renunció a marcar ningún número. No ha conseguido comprar un libro, ni ver una película. Nadie le instala una antena de televisión, ni le vende una radio. Anteayer conoció a una chica extranjera, húngara, dijo ella. Se buscaron toda la noche, jugaron a mirarse de reojo y a provocar sonrisas, follaron y se quedaron dormidos acariciando los pies del otro. El tiempo se les pasó volando.
Lo despertó el ruido de los sanitarios que se la llevaban en camilla: estaba muerta, un tiro en la cabeza. No hubo investigación policial. La comunidad silenció el suceso y todo volvió a la normalidad: él continuó con su monótona vida; el tiempo recobró su ritmo pausado.

martes, 22 de septiembre de 2009

VIAJE FAMILIAR

Como una televisión mal sintonizada, el paisaje marcado a punzón sube y baja con cada bache de la carretera nacional. Ya ni siquiera nos resulta molesto, resignados hace años al único trayecto que nos devuelve a casa una vez a la semana. Como de costumbre, Martina tira del collar de Avispa empeñada en evitar que la perra, nerviosa, saque la cabeza por la ventanilla. De copiloto, la espalda de mi marido se retuerce cuando intenta adaptar la posición fetal en la que duerme a la forma imposible del asiento de nuestro Clío, con la perseverancia de un niño enojado que trata de encajar dos piezas que no casan. Solo yo parezco percatarme de que hace horas que deberíamos haber llegado a casa y juraría que, desde que dejamos el peaje de la autopista, no hemos visto circular un solo coche.

Con todo, sigo conduciendo.