No más de catorce años de Estudios Económicos fueron base teórica suficiente para publicar un bílogo (El Maikel rechazaba los excesos del decálogo) actualmente descatalogado y que reproducimos a continuación:
1. Pa qué tantas palabras que no s'entienden.
2. Lo que no s'entienda con palabras, a hostias.
Hizo falta una recesión para que las ideas de El Maikel fueran recibidas con alegría por el gobierno de entonces que, al igual que sacrificios económicos, pidió a los ciudadanos sacrificios lingüísticos.
- Hacemos un llamamiento a la responsabilidad. No estamos para fiestas. Abogar por la riqueza del lenguaje es para tiempos de bonanza.
(El portavoz fue cesado ipso facto por utilizar las palabras riqueza y bonanza.)
En los círculos lingüísticos se inició un debate de temperatura media entre los que pensaban que era una idea peregrina y los que la abrazaron tímidamente. Ambos, sin embargo, aceptaron que no contradecía la teoría de la economía del lenguaje y que, adhiriéndose lealmente a la tendencia del ahorro, no tenían nada más que decir.
Los graves disturbios provocados por seguidores radicales de las ideas de El Maikel, sobre todo del punto dos del decálogo, llevaron a las autoridades, a su pesar, a permitir ciertas alegrías de vocabulario, sobre todo en festivo. Sin embargo, los sucesivos gobiernos no abandonaron este ejemplo de austeridad a pesar de que provocaba la mala leche de los ciudadanos, cuya furia fue frenada alimentando al pueblo hambriento, de vez en cuando, con nutritivos versos de Garcilaso.
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