jueves, 14 de julio de 2011

FOTOGRAFÍA

Soy un hombre que ha renunciado a pertenecer al mundo para poseerlo y crearlo . Observo la realidad, la realidad me impacta, yo la fotografío y de este modo configuro una nueva realidad que, a la larga, termina impactándome otra vez. Un círculo virtuoso cuya fuerza centrífuga me hace girar alrededor del mundo como un astronauta que mira la Tierra desde el espacio, donde disfruta de una perspectiva  de la que carecen el resto de los mortales.
Fotografío gente feliz. A fuerza de disparar miles de fotos he aprendido a detectar felicidades. No soy uno de tantos expertos en comunicación no verbal, con ciertos conocimientos teóricos y algo de intuición, que pululan por programas de televisión analizando los gestos y los movimientos de políticos y criminales. Yo puedo ver la felicidad en un rostro inexpresivo o en una persona inmóvil. Puedo saber si alguien es feliz incluso mucho antes de que el propio sujeto cobre consciencia de ello. Cuando identifico a un ser poseedor de este sentimiento, acciono el disparador con celeridad (la felicidad es a menudo volátil) y me alejo apresuradamente para disfrutar a solas de esa imagen, proyectando mi obra en la pared desconchada de la habitación de cualquier pensión. Con la luz del foco el pulso se acelera, cientos de miles de píxeles estimulan mis terminaciones nerviosas y experimento una sensación que ha de ser sin duda superior a la de cualquier orgasmo.
En algún momento, confieso que son intervalos de tiempo cada vez más cortos, vuelvo a la calle con el dedo tembloroso a punto sobre el disparador.
Nunca paso mucho tiempo en el mismo sitio ni vuelvo a pisar jamás los mismos escenarios. Y sólo en contadas ocasiones envío a sus dueños los cadáveres fotográficos del último momento en el que fueron felices.

4 comentarios:

  1. Qué bien descrito ese círculo virtuoso/vicioso que es el arte. Con qué sencillez está visto y nos lo haces ver.
    Este fotógrafo es otro de tus personajes con un montón de posibilidades, quizá otra de tus series.
    ¡Alucino con tanto talento! ¡Qué envidia cochina!

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  2. La mayor fortuna de un texto es un lector como tú, inteligente y generoso. Gracias mil.

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  3. Encendió apresuradamente el foco y se sentó a los pies de la cama deshecha con el mismo espíritu con que el nadador se asoma a la piscina desde el trampolín. En la foto proyectada sobre la pared lisa y blanca, surcada a escasos centímetros del techo por una grieta fina como la imagen de un río vía satélite, se veía a una mujer de piel muy blanca y pelo liso, negro y brillante, sentada junto a un hombre calvo, rubio, bronceado. Como fondo, un horizonte de tejados, azoteas y antenas se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
    Miró la foto un buen rato, esforzándose por contener el aliento, como si el solo hecho de mover el aire de aquella habitación de hotel pudiese provocar que la foto se desplazase seis centímetros a la derecha o el rescate financiero de algún país. Se dijo que, en su caso, al menos, resultaba evidente que era feliz. En ella, por su parte, se podía adivinar el salto con que abandonaría el sofá un segundo después del clic, pero también la sonrisa generosa que había ofrecido a la cámara justo en el instante en que había comenzado a extinguirse ese hoyuelo apenas perceptible entre la nariz y el labio superior de inequívoca, rotunda, efímera felicidad.

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  4. Quedo a la espera de que me dejes publicar este comentario como se merece, en una entrada aparte y con tu nombre. Gracias por este gran regalo que es una muestra de talento.

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