miércoles, 26 de agosto de 2009

ARTE-SANA

Analiza las piezas detenidamente, escarba en el montón para encontrar otras con que encajarlas, suaviza los bordes con una lija, los pega con cianoacrilato y en caso de necesidad, utiliza la soldadora eléctrica o rellena los huecos con cristal derretido. Tiene clientes fijos con padres posesivos, jefes coléricos o parejas irritables. En estos casos, para prevenir, recomienda alejarse de los espejos y prescindir de objetos contundentes como martillos, zapatos de aguja o reproches envenenados. Trabaja de 8 a 3 recomponiendo egos y advierte de que, inevitablemente, el cliente encontrará diferencias antes y después de la restauración.

2 comentarios:

  1. Es que sólos somos cosas, objetos que hay que ir restaurando. Está muy currado y me gustan mucho las recomendaciones, hay una mezcla inquietante...¿Está Punset detrás del cuento?

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  2. Pues no lo había pensado, Sergio, pero seguro que sí, aunque no sea de forma explícita, como ocurre en otros relatos. ¿He conseguido que sea una mezcla inquietante? Entonces, objetivo cumplido, ¡qué alegría me das! Todos somos objetos y artesanos al mismo tiempo. :)

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