miércoles, 4 de agosto de 2010

ATRACCIÓN

A horcajadas, tu cuerpo se ondula al ritmo de la música de fondo. Yo te sigo a una distancia prudencial e imagino cómo será la mitad del rostro que se esconde tras tu perfil. Mi pecho sube cuando tu espalda baja y si pudiera respirar se escucharía mi jadeo envuelto en las notas del organillo. De repente, todo se detiene y tu porte de Neptuno desciende de un salto a la oscuridad. Unos segundos después, el carrusel vuelve a girar, y yo, caballito de mar, sigo dando vueltas con la esperanza de que el siguiente viaje lo hagas agarrado a mi aleta dorsal.

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